Por Iván Aranza
Ciudad de México
Dentro del vasto folclore mexicano, la fascinante narrativa de «Las Pastoras de Piedra» destaca como una leyenda arraigada en la tradición y la imaginación del pueblo. Este relato, que ha sido transmitido de generación en generación, cuenta la trágica historia de un grupo de pastoras cuyo destino se vio marcado por eventos sobrenaturales y decisiones difíciles.
La leyenda se sitúa en un pueblo remoto rodeado de imponentes montañas, donde un grupo de pastoras cuidaban sus rebaños en los verdes prados y las empinadas laderas. Entre estas mujeres, destacaba una joven llamada María, cuya belleza y bondad eran admiradas por todos.
Una noche tormentosa, mientras las pastoras regresaban a sus hogares, fueron sorprendidas por una violenta tempestad que las obligó a refugiarse en una cueva cercana. Allí, en la oscuridad, se encontraron con una figura enigmática que les reveló un antiguo secreto y les impuso una difícil elección.
Según la figura, para evitar una maldición sobre el pueblo, una de las pastoras debía ser sacrificada en un altar de piedra. Aterrorizadas, las pastoras se resistieron, pero la figura les advirtió sobre las consecuencias de desobedecer.
Con el corazón lleno de valor y sacrificio, María se ofreció como voluntaria para salvar a sus amigas y al pueblo. Las pastoras, con gran pesar, llevaron a cabo el sacrificio en el altar de piedra, esperando librar al pueblo de la maldición.
Al amanecer, los habitantes descubrieron con horror que las pastoras se habían convertido en estatuas de piedra. Desde entonces, estas estatuas han sido un recordatorio silencioso de la tragedia y el sacrificio que marcó la historia del pueblo y la memoria de María, la joven valiente que dio su vida por los demás.
A través de los años, la leyenda de las Pastoras de Piedra ha perdurado, recordando a las generaciones la importancia del valor, la lealtad y el sacrificio. Las estatuas siguen en pie como testigos mudos de una historia que sigue cautivando la imaginación y el corazón del pueblo mexicano. ¿Ya conocías esta leyenda?