Por Iván Aranza
Ciudad de México
Atravesamos las puertas del Acuario Michín, un santuario de biodiversidad que prometía cautivar nuestros sentidos desde el primer instante. Dentro, nos aguardaban cerca de 10,000 organismos vivos, cada uno cuidado con amor y dedicación por expertos que velaban por su bienestar las 24 horas del día.
Nuestra inmersión en este mundo maravilloso nos llevó a descubrir la fascinante historia de cada criatura, desde especies rescatadas hasta programas de reproducción que preservaban lo mejor de nuestra fauna, como el ajolote mexicano, un tesoro de nuestra biodiversidad. Nuestro recorrido nos transportó a través de hábitats increíbles: exploramos bosques exuberantes, nos sumergimos en arrecifes vibrantes y descubrimos los secretos de ríos y lagos.
Pero la diversión no se limitaba a la observación. La entrada al Acuario Michín incluía una variedad de actividades que nos hicieron sentir parte activa del ecosistema: desde minigolf hasta paredes para escalar, puentes colgantes y camas elásticas. Aquí, la imagen no solo residía en la contemplación, sino también en la participación activa.
Nos emocionó descubrir que el Acuario Michín colaboraba estrechamente con instituciones clave en investigación y conservación, contribuyendo así al futuro sostenible que todos anhelamos. Nuestra visita no fue solo un paseo; fue una experiencia enriquecedora que nos invitó a formar parte de algo más grande.
Así que te invitamos a unirte y ser parte de esta experiencia única. Tus entradas en taquilla no solo te permitirán disfrutar de un día inolvidable, sino que también contribuirán a la preservación de nuestro precioso planeta y sus habitantes marinos. ¡Ve y sumérgete en el fascinante mundo del Acuario Michín!