Ciudad de México
Por Iván Enrique Aranza Palmero
Enclavado en la majestuosa sierra tarahumara, Creel, designado como Pueblo Mágico, se viste de blanco durante la Navidad, ofreciendo a sus visitantes una experiencia encantadora que fusiona la belleza natural con la celebración festiva.
Los mercados navideños, repletos de artesanías locales, son verdaderos tesoros. Desde tejidos de lana hasta las coloridas creaciones tarahumaras, estos mercados capturan la esencia creativa y auténtica del pueblo.
La cultura tarahumara se despliega en danzas tradicionales que llenan las calles de energía vibrante. Es una oportunidad única para sumergirse en las raíces culturales de la región, creando una conexión más profunda con la comunidad local.
Los paseos invernales ofrecen panoramas impresionantes, con la Laguna de Arareko congelada que añade un toque mágico al paisaje. Cada paso revela la grandeza de la naturaleza y la tranquilidad que la temporada invernal aporta a este rincón especial.
La cocina regional, rica en sabores reconfortantes, invita a los visitantes a deleitarse con estofados de carne y las tradicionales gorditas tarahumaras. Las bebidas calientes, como el atole y el champurrado, completan la experiencia culinaria, proporcionando un toque acogedor.
En resumen, Creel en Navidad es mucho más que un destino; es un lienzo donde la naturaleza y la cultura se entrelazan armoniosamente. Descubrir la magia de este Pueblo Mágico durante la temporada navideña es sumergirse en una experiencia única y auténtica que deja recuerdos imborrables. Sin duda es un lugar que no se pueden perder, la magia navideña se apropiará de sus espíritus, los esperan.
