Popocatépetl e Iztaccíhuatl

Ciudad de México 

Por Leonardo Resendiz 

Un jóven guerrero y una doncella

Los volcanes que todos los mexicanos conocemos son estos dos, puede que no sean los volcanes más grandes del mundo y ni siquiera están activos, pero lo que los hace muy conocidos en todo México es su leyenda. 

Dos jóvenes enamorados separados por la desgracia, una historia de amor y tragedia que se remonta a los tiempos prehispánicos y que convirtió a estos dos amantes en leyendas intactas de la cultura mexicana.

Cuenta la leyenda que esta pareja de enamorados vivían en tiempos de guerra, su pueblo vivía constantes ataques de parte de los pueblos enemigos hasta que un día los grandes mandos del pueblo decidieron enviar a los guerreros más feroces a combatir a sus enemigos, es aquí cuando Popocatépetl decidió marchar junto con sus compañeros hacia la guerra. Antes de irse le hizo una promesa a su jóven amada, le prometió su regreso y que iba a pelear ferozmente para que volvieran a estar juntos.

Iztaccíhuatl entre lágrimas lo dejó ir, ella sabía que era muy alto el riesgo que Popocatépetl corría, aún así vió como él se marchaba. Pasaron los días y el ejército no había mandado ninguna señal sobre la situación que se vivía. Hasta que un día un guerrero regresó al pueblo, ahí todos se acercaron a él, preguntando sobre la batalla, pero el solo logró decir dos palabras; “todos muertos”, acto seguido se desmayó por sus heridas. 

Iztaccíhuatl al creer que Popocatépetl estaba muerto cayó en una tristeza enorme, pasaron los días y al ver que Popocatépetl no iba a volver no logró mejorar sus ánimos y un día sin más murió. 

En la misma tarde de ese día Popocatépetl junto con su ejército regresaron de la batalla en la que por cierto habían resultado vencedores, pero perdieron a más de la mitad de su ejército y los que quedaban se refugiaron para idear un nuevo plan y contraatacar, es por eso que el soldado que llegó a la aldea dijo que todos habían muerto, pues al ver a tanto caídos en el campo de batalla y no ver a nadie de sus compañeros optó por regresar a la aldea con una idea de que había sido vencidos. 

Popocatépetl aún no sabía de la muerte de su amada, pero se le hizo muy extraño que no estuviera ahí junto a todos celebrando el triunfo, decidió ir a su casa, lo que encontró le destrozó el corazón. Popocatépetl encontró a su amada sin vida y, consumido por la pena, tomó su cuerpo y lo llevó a las alturas. Ahí, arropados por el manto del tiempo, los dioses los transformaron en dos imponentes volcanes. Popocatépetl, erguido y poderoso, observa eternamente hacia el cielo, mientras Iztaccíhuatl, tranquila y dormida, descansa a su lado.

Ahora los dos están unidos por siempre, uno al lado del otro, observando cómo todo cambia con el paso del tiempo, pero lo que a los dos los hace felices es estar juntos. 

Y ustedes Godínez, ¿Alguna vez han ido a visitar este famoso volcán? ¿Logran ver la figura de la mujer dormida en el Iztaccíhuatl? 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
×