La leyenda del conejo en la Luna ¿Has visto al conejo en la Luna?

Ciudad de México 

Por Leonardo Resendiz

¿Has visto al conejo en la Luna?

No todos pueden ver al conejo en la luna, algunos ven al conejo a simple vista y algunos otros no logran verlo por mas que intenten, la verdad es que si es algo difícil tomarle forma de conejo a las sombras en la luna.

Esta leyenda es muy famosa entre los mexicanos y a muchos de nosotros nos la enseñaron cuando cursamos la primaria. Todo comienza con Quetzalcóatl; el más poderoso de los dioses aztecas, mejor conocido como la serpiente emplumada. Un día decidió bajar a la tierra, para tener alguna idea de cómo se comportan todas las vidas en la tierra, y cuando decimos vidas nos referimos a todo lo que tiene vida en este planeta incluyendo plantas, animales, árboles y seres humanos. 

Quetzalcóatl comenzó observando las grandes planicies, después siguió con las montañas y los montes, continuó con los lagos y los ríos y al final del día terminó en un bosque. Cansado de observar y visitar diferentes lugares se sentó en un viejo roble caído, se sentó a observar las estrellas y entre ellas apreció el brillo de la luna, ese brillo que ha estado ahí desde el principio de los tiempo ayudando a que la oscuridad de la noche no se apodere de este planeta. Sintió admiración por este cuerpo espacial que no había abandonado a la tierra  ningún segundo en millones de años. 

Del viejo roble donde estaba sentado salió un simpático conejo blanco, Quetzalcóatl al verlo lo comparó el blanco pelaje del conejo con la luz que proporcionaba en ese momento y en ese lugar la luna, el conejo se sentó a lado de Quetzalcóatl sin ningún temor y comenzó a comer algo de zacate y pasto que había guardado para cenar. 

Quetzalcóatl al verlo tan natural comer junto al él sin ningún temor se preguntó porqué el conejo no le temía, pues era natural esa reacción cuando otros animales o incluso personas lo veían, se aterraban  y pensaban que había llegado su momento, pero este no era el caso con este conejito, este conejo tomó su comida y sin más comenzó a comer.

Quetzalcóatl un poco sorprendido le preguntó al conejo: 

  • ¿Qué es lo que comes conejo? 
  • Zacate y un par de zanahorias que logré encontrar de camino a casa – respondió el conejo mientras seguía comiendo – ¿Quieres un poco? – Le preguntó al dios. 
  • No, estoy bien, no me gustan las zanahorias y el zacate, tal vez mi destino es morir de hambre aquí, sentado en este viejo roble y sentado junto a ti -respondió Quetzalcóatl -.
  • Espera, no digas eso, en caso de que tengas mucha hambre puedes comerme, yo solo soy un simple conejo y tú… bueno, tú eres un dios o eso creo, nunca había visto a alguien como tú, eres una serpiente emplumada y si no eres un dios entonces espero que pronto lo seas porque de verdad eres sorprendente -Le dijo el conejo a Quetzalcóatl -.
  • Al ver la gentileza y sencillez del conejo Quetzalcóatl decidió darle un regalo al conejo, lo subió sobre su lomo y lo llevó hasta la luna donde lo estrelló con algo de fuerza para que su figura quedará marcada y lo volvió a bajar. – Una vez en la tierra otra vez Quetzalcóatl le dijo al conejo blanco – Mira, ahora tu figura será parte del cuerpo más brillante que ronda nuestro planeta, ese brillo que también irradias tú con tu gentileza, ese es tu regalo, ahora estás en la luna alumbrando a todos.
  • El conejo impresionado por lo que había pasado le regaló una de las mejores zanahorias que tenía y así fue como vio marcharse a su amigo emplumado.

Así es como termina la leyenda Godínez, y díganos, ¿Ya habían escuchado de esta leyenda antes? ¿Ustedes logran ver al conejo en la luna?

 

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