«Totopos»

Ciudad de México

Por Iván Enrique Aranza Palmero

En el vasto universo de la cocina mexicana, los totopos destacan como pequeñas maravillas crujientes que nos transportan a través de siglos de tradición y autenticidad culinaria.

Los totopos tienen sus raíces en las antiguas civilizaciones mesoamericanas, donde el maíz era considerado sagrado. La nixtamalización, un proceso ancestral de cocinar y remojar el maíz en solución alcalina, dio lugar a estos triángulos dorados que han resistido el paso del tiempo.

La simplicidad en la creación de los totopos es asombrosa. La masa nixtamalizada se aplana, se corta en triángulos y se somete a un baño de aceite hasta que adquieren su característica textura crujiente. Pero
su encanto radica en su versatilidad, ya que pueden adquirir una gama de sabores, desde la simple sal hasta complejas mezclas de especias y salsas que despiertan los sentidos.

Más que meros acompañantes, los totopos son protagonistas en un festín de colores y sabores. Desde ser la base de nachos cargados hasta la compañía perfecta para guacamole fresco, estos triángulos de maíz han conquistado mesas en todo el mundo sin perder su esencia auténtica.

Cada bocado crujiente de totopo es un tributo a la riqueza de la tradición culinaria mexicana. Ya sea en celebraciones familiares, festivales o simplemente en la cotidianidad, estos pequeños trozos de maíz nos conectan con la esencia misma de la cocina mexicana.

Los totopos trascienden su simple condición de aperitivo. Son un testimonio de la conexión entre pasado y presente, tradición e innovación, encapsulados en un pequeño triángulo de maíz que sigue encantando paladares en todo el mundo. Sumergirse en la experiencia de los totopos es, sin duda, saborear la esencia viva de la cocina
mexicana.

A ustedes, ¿Con qué les gusta acompañarlos?

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